Rosalía, la Artista Que Está Innovando un Género Propio

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Read in English. Traducción por Ecleen Luzmila Caraballo y Josephine Pimentel.

Al final de la Semana de la Moda en Septiembre, una pequeña audiencia que incluía tanto a jóvenes latinas como a viejos con demasiada colonia, se reunieron en Public Arts para ver a la bestia mística y musical que es Rosalía Vila Tobella. Las estrellas se alinearon de tal manera que uno de los músicos jóvenes más de moda en España podría hacer su debut en vivo en la Ciudad de las Luces. Esta sería la primera vez que presentaba su segundo álbum El Mal Querer en Nueva York—algo con lo que había estado soñando desde su primera visita a la edad de 19 años, cuando vino a la ciudad para presentarse a la Conferencia APAP en un pequeño local, acompañada únicamente por un guitarrista. Después de una espera de 30 minutos acompañados de champaña, ella mostró su nuevo álbum con un rendimiento de 15 minutos que fue un aperitivo para nosotros y un alivio, dijo más tarde, para ella.

Al día siguiente, hizo el anuncio oficial de la fecha de lanzamiento de su álbum—el 2 de noviembre—a través de un cartel en Times Square. “A partir de ahora”, me dijo, pensando en las próximas semanas, “todo va ser más fácil en emprender el proyecto.”

Cuando ingresé por primera vez a la fría sala de reuniones dentro de la nueva oficina de Sony en Midtown Manhattan, Rosalía estaba tocando el piano, con los ojos cerrados, luciendo un enterizo masculino de color amarillo pastel, máscara de pestañas difuminada, brillo de labios, y cabello estratégicamente alborotado. Tomó un minuto para que ella aterrizara.

“Que suerte tengo”, dijo ella mientras nos situamos.

Dos semanas más tarde, un par de días antes de cumplir 25 años, Rosalía fue nominada a cinco Grammy Latinos, lo que la convirtió en la artista femenina principal y la segunda más nominada en la lista, después de J Balvin, quien tiene ocho. El factor más impresionante es que solo tiene una canción en el boleto, “Malamente”. Esa misma semana, Balvin, con quien ella trabajó en la canción “Brillo” para su álbum Vibras, la presentó a un público más amplio en el L.A. Forum—más de 5,000 fanáticos para ser exactos—solo días después de su debut en Los Ángeles en el Hollywood Bowl junto a Juanes. “Me parece una mujer muy dulce, única, con mucho carácter”, dijo Balvin cuando hablé con él más tarde en su concierto en Nueva York. “Una mujer fuerte, y creo que muy necesaria para la música del planeta.”

Rosalía, originalmente de Sant Esteve Sesroviras en Cataluña, España, ha sido una célebrada artista de flamenco en su país de origen durante el año pasado—considerada “nuestra Beyoncé” por la revista femenina de Madrid Telva, “la última gran patrona del flamenco contemporáneo” por Vogue España, y más recientemente otorgada el premio Mujer del Año por el periódico El País. El Oscar-ganador y director de cine, Pedro Almodóvar, quien recientemente la reclutó para su próxima película, le entregó el premio diciendo: “Rosalía debe sentirse orgullosa de ser indefinible. Tiene una voz de cantaora antigua con una sabiduría que no le corresponde con la edad.”

Su álbum debut, Los Ángeles (no una referencia a la ciudad soleada), se lanzó en el 2017. Esa colección introductoria de 50 minutos le valió una nominación a Mejor Artista Nuevo en los Grammy Latinos ese año y creo la base para una ascensión global que está comenzando a fructificar. La influencia de Rosalía ya se ha extendido fuera de su país de origen, internacionalizando en parte debido al éxito de “Brillo” en América Latina, y la admiración verbal de artistas bien queridos como Charli XCX, Dua Lipa, Khalid y Pharrell, el cual considera su artista favorito con quien ha trabajado hasta ahora.

Su voz y su aproximación al flamenco, una de las formas de arte más queridas del país, se encuentra en un reino propio—y por lo tanto, compararla a otros parece una tontería. ¿Pero y si ella fuera el Camarón de esta generación? La primera vez que Rosalía escuchó el flamenco fue a la edad de 13 años. Estuvo sonando de un auto estacionado fuera de su escuela, y desde entonces su vida está segmentada como un “antes y después” de ese momento. Sonaba Camarón de la Isla, una leyenda conocida por su versión contemporánea de una tradición de siglos. Falleció en 1992 antes de que ambas naciéramos, pero parece haber pasado a Rosalía la batuta en el paraíso. Al igual que el hombre conocido como el dios gitano del flamenco, Rosalía ha revitalizado su generación con un enfoque moderno al estilo clásico. Pero ella no tiene intención de crear límites para sí misma donde no los hay.

Cuando se le preguntó si estaba dispuesta a alejarse del género, se rió nerviosamente y respiró hondo antes de decir, “Siento que con Los Ángeles, quise reivindicar un legado musical. Y quise reivindicar una música que es muy importante para mi que es el flamenco—desde su forma más tradicionales, respetando al máximo, pero desde un approach estructura pop y de experimentación—pero con instrumentación muy básica y muy minimalista—guitarra y voz. Pero como ya había encontrado eso, pensaba, No quiero seguir con eso que ya he encontrado, yo quiero otra cosa ahora.”

Su máxima prioridad y promesa es seguir creciendo como artista. Desde esa perspectiva, la idea de seguir con algo que ya ha hecho sería más desalentadora que tomar nuevos caminos. “No puedo estancarme” dijo ella. Su portafolio actual honra y se remonta a leyendas del oficio como La Niña de los Peines, Juana la del Pipa y su mentor y maestro El Chiqui, pero se inspira en los sonidos electrónicos y pop modernos para ponerse en su propio reino como una artista. Canciones como “Catalina” (de su primer álbum), cuyo significado depende de la interpretación, pero en su esencia se refiere a la falta (y la necesidad) de calidez humana, sirve como un ejemplo visceral del canto cargado de emociones que ella ahora suelta con facilidad.

Para mí, cantar es la forma más pura que tengo para comunicarme.

Envuelta en un tubo de luz durante su show en Arts, ella emitió cada línea con una mirada sincera en los ojos y lágrimas que fueron entrenadas para quedarse y ser vistas pero nunca caer. Ella hizo que todos se detuvieran esa noche. En ambas canciones tradicionales como esa y otras como “Bagdad” (Episodio 7: Liturgia), un disco sobre sentir que estás atrapado en el infierno, ella se mantiene fiel al tono trágico por el que se conoce al flamenco, pero lo hace con un sonido refrescado. “Si no te implicas emocionalmente cuando haces flamenco,” me dijo, “eso no suena, no funciona.”

Antes de estudiar los flujos y reflujos del flamenco y música Soul en L’Escola Superior de Música de Cataluña (ESMUC), Rosalía estaba cantando y bailando desde los seis años, moviéndose al ritmo de los artistas que sus padres escuchaban en el aquel entonces—ninguno de los cuales eran cantaores—entre ellos Queen, Bruce Springsteen, Bob Dylan y The Beatles. A los ocho años, recuerda, su padre le pidió que cantara en una reunión familiar. Cerró los ojos, como todavía lo hace hoy, y cantó una canción que había escuchado en la televisión. “Cuando abrí los ojos la familia entera estaba llorando.”

“Para mí, cantar es la forma más pura que tengo para comunicarme,” dice. “Nunca tuve un plan B. Siempre tuve la intuición y la fe de que podía conseguirlo y de que esto era mi vida y que no podía hacerse de otra manera, fuera al nivel que fuera. Lo hubiera hecho con la misma pasión.”

A los 13 años, estudiaba música, escuchaba CDs de flamenco en casa y viajaba a Barcelona para escuchar en vivo. Su familia, un sistema de apoyo consistente, sabía que el éxito en esta industria significa sacrificio. “Displicina. Estudia con pasión,” ella recuerda que la mamá le decía “si das tu vida a ello luego la vida te lo va volver–pero dedicación al 100 por ciento.” En retrospectiva, a pesar de estar algo nostálgica por los momentos perdidos—momentos quizás no dedicados a la familia, amigos o una juventud “normal”—ahora siente que valió la pena. Y, como la frutilla del postre, lleva a su hermanita con ella. Daikyri, que es una artista visual y también la ayuda a perfeccionar su marca y estilo creativos, estuvo con ella en el concierto en L.A., y fue la primera en celebrar con ella cuando escuchó la noticia de sus nominaciones al Grammy Latino.

Aunque bien parece que es una sensación repentina, llegar a donde está ahora ha sido un viaje lento y progresivo. A los 17, cinco años después de que empezó a dedicarse a perfeccionar su talento, se sometió a una cirugía de cuerdas vocales y tuvo que pasar por el agotador proceso de rehabilitación. “No tenía este registro cuando empecé, ni mucho menos. Pero, siento que todo el mundo tiene un destino, y siento que el mío es con la música.”

“La música es una maestra en sí, y eso te da mucha humildad.”

Cuando se trata de no dejar que los elogios y los signos de un estrellato internacional potencial le inflen la cabeza, o—por el contrario—la obstaculicen con las intimidantes expectativas que vienen con el éxito inicial, Rosalía está aprendiendo con entusiasmo.“La música es una maestra en sí, y eso te da mucha humildad,” dice ella. “Aunque te equivoques, no hay error.” Es un lema reconfortante, especialmente cuando se trata de refrescar o cambiar la tradición popular—una decisión audaz que las abuelas y los críticos inflexibles, o aquellos que se sienten como dueños únicos del género, no siempre aceptan con brazos abiertos.

El flamenco se originó hace siglos como una forma de entretenimiento en las comunidades gitanas en España, específicamente en Andalucía. Desde entonces, muchos dividen el género en tipos, incluido uno que pone mayor énfasis en los aspectos espirituales, y otro conocido como ópera flamenca (operísima), que es un estilo más performativo y comercial. Naturalmente, las personas de la zona en la que se sentaron las bases para que el flamenco sea lo que es hoy se sienten protectores de su evolución.

Mala Rodríguez, que es de Jerez de la Frontera y canta hip-hop y rap, dijo a ABC Cultura que entiende a aquellos que están enojados y reclaman la apropiación cultural porque ella cree que, “[Rosalía] está haciendo uso de ciertas cosas que pertenecen a la identidad del pueblo andaluz y de la comunidad gitana.” Cuando se le preguntó si, comparativamente, consideraría a una mujer blanca de Sevilla que rapeaba y usaba rastas para hacer lo mismo, Rodríguez dijo “ella es la persona idónea para responder a estas preguntas. Es mi forma de ver las cosas, la identidad no se puede fabricar ni descafeinar. Pero a lo mejor estoy equivocada.” Artistas como Rodríguez, sin embargo, hacen uso de otros estilos como si fueran propios.

“La música no tiene nada que ver con la sangre ni con lo territorial,” Rosalía le dijo a El Mundo. “El flamenco no es propiedad de los gitanos. No es propiedad de nadie, de hecho. Y no pasa nada por experimentar con él. Es sano.”


El Mal Querer, el proyecto más arriesgado de Rosalía aún, muestra que cuando se trata de géneros como el flamenco clásico y el electro-pop, su inclinación musical actual es un péndulo oscilante, que nunca se desvía por un camino o otro. Lleva poco más de dos años trabajando en el álbum, invirtiendo lo que ganó y aprendió, tanto monetaria como artísticamente, de Los Ángeles en El Mal Querer, que servirá como una introducción más global. Al conceptualizar el proyecto, que originalmente era solo una tesis para la universidad, se preguntó a sí misma: “¿Que me inquieta?” La respuesta fue relatable: era un interés en comprender cómo nos comunicamos de manera diferente ahora que hace siglos atrás, y tambien de la manera oscura de amar que mostramos a veces.

El álbum, organizado en 11 capítulos / pistas, es un hilo inspirado en un manuscrito anónimo de Flamenca del siglo XIV, centrado alrededor de una joven que está encarcelada en una torre debido a los celos de su marido. Ella nos lleva a través de la historia de la mujer, desde el día maldito en que se casaron en “Que No Salga La Luna” (Capítulo 2: Boda), hasta los apasionados momentos que vivieron en medio en “Di Mi Nombre” (Capítulo 8: Éxtasis), y, finalmente, un momento de empoderamiento en la última canción, “A Ningún hombre” (Capítulo 11: Poder), con letras como “A ningún hombre consiento que dicte mi sentencia. Solo dios puede juzgarme.” En general, aunque el tema es oscuro, fue capaz de aligerar el estado de ánimo más no suavizar el contexto, con la experimentación en el sonido. Reunirlo todo sónicamente fue donde ocurrió la magia.

En algunos de los capítulos, las voces inigualables de Rosalía ocupan un lugar central, mientras que en otros deja espacio para que el ritmo se haga cargo. Líricamente, la historia es cautivadora, a veces desgarradora y, de repente, empoderante. En “Bagdad”, ella combina astutamente letras dolorosas como “Las llamas van al cielo a morir/Ya no hay nadie más por ahí/No hay nadie más, sentaíta dando palmas,” con entonaciones impecables y una caída en el ritmo que te hará bailar en tu asiento sin darte cuenta; mientras que en “Remedio” (Capítulo 5, Lamento), escuchamos letras como, “Yo río por fuera y lloro por dentro,” con un sonido mucho más reducido, lo que te obliga a tomarte un minuto para sentir tus malditos sentimientos.

“Es importante para mi que se sepa que las mujeres también lideramos nuestro propios proyectos.”

Aunque sus influencias flamencas aún brillan en nuevas canciones con palmas (aplaudir con la mano rítmica) y cante chico centradas alrededor de guitarra y voz como “Que No Salga La Luna,” Rosalía nos da un sonido más agresivo, aunque íntimo, en este nuevo álbum, experimentando con la tecnología e incorporando 808, armonizadores, sintetizadores y un énfasis en las cajas de ritmos y teclados donde no se habían colocado antes. “Tengo la suerte de poder colaborar con Antón [Álvarez], o Pablo [Díaz-Reixa],” también conocido como El Guincho, quien coprodujo El Mal Querer, “o con otros artistas…pero ante todo yo lidero mi trabajo y mi sonido es mío,” ella me dijo con una mirada fija en sus ojos “Es importante para mi que se sepa que las mujeres también lideramos nuestro propios proyectos.” Rosalía escribe, produce, toca el piano y la guitarra, tiene aportaciones creativas en todo lo que pone su nombre y se deleita en ese sentido de propiedad. “Hay veces que tus discos conectaran más, veces que menos. Veces que tu estarás más conectada, veces que menos. Pero forman parte de este trabajo y tienes que aceptarlo y a la vez, desde esa humildad es difícil equivocarse, y no conectarte con la música y la razón por la cual lo haces.”


Volviendo a su primer amor por el baile, Rosalía se contactó recientemente con Charm La’Donna—una coreógrafa de formación clásica y artista visual conocida por su trabajo con los artistas destacados como Madonna, Britney Spears y, más recientemente, Kendrick Lamar. En marzo, Rosalía le envió un mensaje por DM, conversaron vía FaceTime y luego, Charm fue a España. La conexión orgánica que Charm tuvo con Rosalía y su nuevo proyecto (que aún estaba en sus primeras etapas en ese momento) fue lo que la llevó a unirse al proyecto. El desafío, entonces, fue fusionar sus estilos y crear un híbrido único que se sentiría suyo—un desafío que la familia de la cantante no creía que funcionaria—pero que ha demostrado ser una visión. A diferencia del primer EP de Rosalía, este álbum permite un espectáculo más lleno de movimiento, haciendo de sus presentaciones en vivo una experiencia feroz pero emocionalmente envolvente.

Lo último en lo que han trabajado juntos antes del lanzamiento del álbum fue el show para Red Bull Music Presents Rosalía el pasado miércoles en Madrid—una noche que fue un testimonio de la importancia de incorporar diferentes formas de arte para presentar este álbum en particular, una amalgama de variedades, en vivo para una multitud. Las elecciones estéticas intencionales y la coreografía algo elaborada son esencial para eso. “Soy muy cuidadosa con todo en mi propuesta, no solo en lo musical,” Rosalía dijo. “Para mi, la música es el fundación, la prioridad. Pero me apasiona—y me gusta cuidar de—todos los detalles de mi propuesta.”

Con “De Aqui No Sales”, una canción que va desde el sonido de una motocicleta acelerándose hasta un vibrato apasionado, y luego aplauso de mano que me hace sentir como si fuera una hermosa ronda de showtime está a punto de ocurrir en el tren de Nueva York, el equipo pudo mostrar las habilidades que han adquirido tanto en el flamenco como en el hip-hop.

“Ella es muy práctica y está muy involucrada en el proyecto, en todos los aspectos”, me dijo Charm por teléfono, durante un receso de ensayo en España el día antes del espectáculo. “Pero al mismo tiempo, permite que las personas confíen en su creatividad y en cómo lo sienten”. Cuando se trata de mezclar sus estilos, se enorgullece de trabajar realmente para entender el trasfondo cultural, hacer preguntas y trabajar con los maestros de flamenco de Rosalía. Asegurarse de que todo lo que hacen que debe ser tradicional sea tradicional. “La danza es un lenguaje tan universal… y su música fusiona ambos mundos, por lo que ocurre de manera orgánica.”

Rosalía es la primera artista Española con la que Charm ha trabajado, y ninguno de la dos es prolífica en la lengua nativa de la otra, pero dicen que la barrera del idioma no ha sido un problema. Ella se rió pensando en ello, diciendo: “¿Qué tan especial es eso? ¿Poder hacer una coreografía de un idioma que no conoces y estar tan en sintonía?”


Tal vez Rosalía no se parece mucho a Camarón, quien en una entrevista con Carmen Abenza dijo que prefería el cante y no estaba remotamente interesado en el baile. Entonces, ¿y si ella es la Solange española? Una fuerza en movimiento. Ella tiene una aguda conciencia del hecho de que la música es solo una parte de lo que la hace una artista.

“Para mi, la música es el FUNDACIÓN, la prioridad. Pero me apasiona—y me gusta cuidar de—todos los detalles de mi propuesta.”

En Public Arts, Rosalía recibió toda la atención cuando entró e hizo un gran cuadrado con cinta adhesiva en el piso su espacio de juego. Esa noche, usaba zapatillas de plataforma blancas de Naked Wolfe y un mini traje rojo de Palomo Spain, combinando a la perfección los complementos de moda de la calle y la gitana. Su banda de cinco, en lo alto del escenario, sirvió como telón de fondo, y un recordatorio de lo que más valora al final del día, cuando todas las luces se apagan. Rosalía mostró el alcance de su gama al interpretar canciones cargadas de emociones como “Catalina” de Los Ángeles, su EP debut de 2017 y un híbrido pop no incluido en EMQ que hace eco de “esto ‘ta encendido.” Sus ocho bailarinas, vestidas de blanco, parecían mirar directamente a través de la audiencia, aunque estábamos a centímetros de distancia, pisoteando hacia nosotros con ferocidad hasta que estuvieron casi demasiado cerca para la comodidad.

En sus shows en vivo, Rosalía refleja dos características que vemos expresadas en sus elecciones estilísticas también: feminidad y fuerza. Su estilo, un equilibrio entre la sensación chic y sexy por la que se conoce el atuendo clásico de flamenco y la estética ultracool, relajada y confortable, refleja a su público. A veces cambia entre los tacones de cuatro pulgadas y los Nike Air Force 1, o empareja largas uñas ovaladas con gemas con los anillos de nudillos de los hombres. Evocar poder a menudo significa usar ropa y accesorios que son típicamente—como descubrimos mientras leíamos la etiqueta en su traje favorito de aquella mañana de baja cafeína—hecha para hombres.

“No tengo prejuicio con la música ni a nivel visual,” ella dijo. “Me gusta experimentar.” Siempre había revistas de moda en la casa de Rosalía mientras crecía, y se sentía especialmente atraída por la vanguardia. En el video musical de “Pienso En Tu Mirá”, nos presenta varios looks que incluyen un colorido chándal, un conjunto de seda dorada y varios tops cortos para mostrar los abdominales que ha adquirido durante horas en el estudio de baile.

La vestimenta de Rosalía es envidiable y sabemos que ella no es contraria al riesgo, pero no la veo alejándose completamente del flamenco por completo y dedicándose a la música soul. Así que ella no es nuestra Solange, ni necesita serlo. Tal vez sea esa artista única en la vida que no emula a ninguna otra virtuosa—sino que se convierte en una a quien muchas querrán emular en los próximos años.

Antes de subirse al escenario en el Foro en una noche particularmente fría en L.A., Rosalía irradiaba alegría, con una cola de caballo más alta que su espíritu, una camisa de moto y una cara fresca con un brillo que provenía del calor o de toda una vida de preparación. Ella me contó su consejo favorito de Balvin, a quien ella llama cariñosamente “mi José”: “Tienes que tener muy claro lo que tu quieres.” Después de que se anunciaron las nominaciones al Grammy Latino, la abrazó y le dijo: “Y los que te quedan por venir…Y las que vas a tener.”

Después de su presentación en Nueva York, los micrófonos de la banda, los bailarines o ambos fueron dejados encendidos accidentalmente, lo que permitió que la multitud escuchara mientras gritaban y luego saltaban de un lado a otro backstage cantando: “¡Rosalía! Rosalía! ¡Rosalía!” Fue uno de los muchos momentos puros que nunca olvidarán mientras se celebra su pequeño comienzo. Pronto, miles de personas alrededor del mundo estarán gritando lo mismo.

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